Después de siete años de matrimonio con Natalia, Yago se encuentra con una cruda realidad: su esposa, incapaz de resistir la crisis del séptimo año, se entregó a una aventura con Pau, su entrenador de gimnasia. En ese momento, la empresa de Yago estaba a punto de salir a bolsa —si se divorciaba directamente, perdería la mitad de su patrimonio. Para proteger su propiedad y castigar a la infiel, Yago diseñó una trampa: paso a paso, hizo que Natalia y su amante cayeran en ella. Al final, el amante fue enviado a prisión, y Natalia, por su infidelidad, quedó en la ruina, sin fama ni un solo centavo al divorciarse.